¿Y tu, quién eres?
¿Y tu, quién eres?
Releyendo el libro de Jorge Bucay «déjame que te cuente», he dado con un cuento con el que me he sentido muy identificada, sobre todo cuando dejé mi vida atrás, y empecé a construirla según como quería…
Un día cualquiera, un hombre normal, y presumido que como cada día, se ducha, se perfuma y se pone su ropa de marca. Después baja corriendo a buscar su correo para poder desayunar mientras lee su correspondencia, donde sus amigos lo aclaman por sus proezas.
Así, este día cualquiera no tenía correo… extrañado por este hecho, continúa su día ¡que cada vez va a peor! Nadie parece prestarle atención… hasta que se siente solo y deprimido.
Pasados unos días en aquella extraña situación, decide ir al bar a beber con los amigos, como hacía cada jueves, y si era necesario, plantarles cara. Una vez allí, se acercó y les preguntó de mala manera porque la había tratado con tanta indiferencia, y extrañado se pregunta qué les ha podido hacer a toda aquella gente, en toda la ciudad, para que hayan confabulado contra él tratándolo como a un desconocido.
Cuando increpó a sus amigos, de repente uno le respondió: «- perdone, pero no sabemos quién es usted, así que no nos ha podido hacer nada».
Aquel pobre hombre no entendía nada, su vida no era suya, sino de todos los demás que, en algún momento, le habían dicho cómo tenía que ser. ¡Así que ahora ni él mismo conocía! Pensó que era la oportunidad perfecta para conocerse y hacerse a su medida, tal y como él decidiera.
Al día siguiente nadie recordaba nada, y todo era como antes de este incidente, excepto por una cosa, el hombre normal ya sabía quién era.
Vivimos dependientes de la idea de no defraudar a los demás, y algunos también se autoimponen la idea de no defraudarse a uno mismo. ¿Qué sentido tiene todo esto? Ahora imagínate la posibilidad de que un día, nadie supiera quién eres. Que por un solo día pudieras decidir quién eres, cómo eres, hacer las cosas que te gustan, decir lo que piensas con total libertad, sin miedo a ser reprendido, a ser juzgado, a ser marginado.
¿Cuál es el miedo de hacer esto? Como el hombre normal del cuento, nuestra existencia depende de los demás, y muchas veces no somos quien queremos ser, sino que se espera que debemos ser.
¿Qué piensas tú de ti mismo? Nos hemos puesto en la mochila una piedra sin la que ya no sabemos caminar. Siempre las mismas quejas, las mismas excusas. No podemos salir de casa sin esta piedra porque si no, no somos nosotros.
El miedo a enfrentarnos a nosotros mismos, a cambiar las cosas que no nos gustan, a superar nuestros temores, se apodera de nosotros y acabamos diciendo «soy así, y ya no lo puedo cambiar».
La voluntad es el primer paso hacia el cambio, un cambio que sólo puedes hacer tú, un cambio que sólo debe ser por ti. Como el hombre normal, un día te mirarás al espejo y ya no sabrás quién eres, ni qué te define. Qué has decidido tú o qué te ha venido impuesto. Ya no sabrás nada. Quizá no hay que esperar ese momento para decidir dejar la piedra en el camino.
Cuando olvides quién eres y te resignas a vivir sin vivir, a vivir sin permitirte sentir, es cuando te conviertes en un hombre cualquiera que ya no es dueño de su vida, ni de su existencia y camina por caminar, sin saber dónde ir.